lunes, abril 23, 2007

Adiós a Gabo



De cómo superar a García Márquez en el 40º aniversario de su obra cumbre y vivir para contarlo, o la formula mágica para irse de Macondo hacia un lugar mejor.

Seguramente hay muchos entre la creciente población lectora que consideran a Gabriel García Márquez cómo un autor prioritario en las bibliotecas caseras y la mente del corriente literario colombiano. Es verdad que el Nóbel les ha enseñado mucho a los que superan el promedio colombiano de lectura de un (1) libro mensual, le debemos el realismo mágico, la ironía y la visión tropical de la cotidianidad.

Pero más allá de estas verdades incuestionables: ¿Es García Márquez realmente necesario para la continuidad de la literatura en el país? Esta pregunta, en el momento del lanzamiento de una hermosa edición de aniversario de Cien años de soledad, esta vez de parte de la Real Academia de la Lengua.

Sin embargo, son bastantes los que están hasta el cuello de ese libro y su autor. Es que acaso ese esfuerzo de vanagloriar por enésima vez a Gabo, ¿no podía ser canalizado hacia la nueva generación de autores? Estamos en un país “gabizado” y se le rinden, más tributos de lo necesario a un autor que ya ni vive en su patria y prefirió el refugio en México. La falta de pertenencia se deja ver en un artículo que en 2001 la escritora cubana Zoe Valdés publicó en el diario español El País, en que critica su insolidaridad con los latinoamericanos, al preocuparse tan solo por las restricciones que les fueron impuestos para la entrada a la Unión Europea y no por los problemas graves de Latinoamérica

Es hora de que los autores nuevos -Mendoza, Gamboa, Ospina, Montt, y muchos otros que se omiten por falta de espacio, pero no de méritos- den un nuevo aire a la literatura criolla, por lo menos en los momentos en que nuestro Nóbel sufre de estreñimiento creativo, para no quedarnos atrás con respecto los estilos ni a las tendencias que los escritores del mundo aplican sin contemplaciones.

Si un país se ve reflejado en su literatura, entonces el país que Gabo escribe ya no es el que ve, ni siquiera sigue siendo parecido al de hace 40 años. Lo que se necesita es un reflejo de nuestras realidades, nuestros problemas, nuestra interacción con el mundo. La cotidianidad evolucionada. Esas son las exigencias para el presente, no más trópico macondiano, que de eso ya queda muy poco; el creciente aunque desordenado fenómeno urbanizador al que se está sometiendo todo el territorio nacional deja poco a la ingenua imaginación de un coronel de la Guerra de los Mil Días que sigue esperando, impasible y con la miseria tomándolo del cuello, una pensión de guerra que jamás le llegará.

Nada de esto debe ser entendido, obviamente, cómo un ataque directo a tan insigne escritor, no. Si quieren comprobarlo por ustedes mismos, vean en su interior –o en su biblioteca- y cuenten los libros de García Márquez que se amontonan en los anaqueles como asumiendo el papel de decanos o viejos catedráticos en un aula llena de imberbes libritos.

Si permanecemos con esa actitud dogmática de revestir de un aura de intocable al viejo maestro, no llegaremos a ningún lado y solo ocasionaremos una renovación cíclica del estilo macondiano o algo diferente, cómo las declaraciones que dio en el Primer Congreso de la lengua en Zacatecas, en el que dejó patente su rechazo a la ortografía clásica, aduciendo que el español debía eliminar las fronteras y dejar la tiranía que oprimía a los hispanohablantes; cosa a la que se opuso Vargas Llosa calificándolo de “irreverencia” y “desplante”.

Si usted, querido lector, es escritor, o sueña con serlo, pues no espere más, póngase a escribir una obra que cambie el panorama de los escritores criollos y luego busque insistentemente a un editor que acepte publicarle su novela, cuento, poemario o sea lo que sea que tenga a su disposición crear; quién sabe, a lo mejor es usted o un amigo suyo lo que tanto se necesita, otro best seller que distraiga tanta atención de Gabo con una propuesta diferente y totalmente refrescante y que termine dando autógrafos sin parar en alguna de las futuras ferias del libro de Bogotá y logre que terminemos hablando de usted como la nueva panacea, o que, por el contrario nos tenga ya hartos y escribiendo algo cómo esto en un futuro, pero a la vez contentos de haber superado el modelo semi-dictatorial de Gabo.

lunes, abril 16, 2007

A imagen y semejanza...

Este es el secreto detrás del éxito de la saga monopolista de Microsoft... y ahora que ya lo saben, únanse al combate contra la "amigable" corporación.

Usen software libre, dénse la oportunidad. Porque lo bueno no tiene que costar una fortuna.

miércoles, abril 11, 2007

Dementia en clase


Sigo sentado. Ya no recuerdo en qué instante llegué hasta aquí, mierda, si tan solo pudiera comerme esa chocolatina de la forma más insolente, enfrente de ese tedioso auditorio y mostrarles mi orgasmo sensorial. Lo bueno es que habla de ética, algo que, contrario al resto de mis vicios necesito y no tengo, aunque sé que no la quiero y el mundo no sucumbirá si no me entero de ella.

Soy el único; el resto de mis compañeros parecen rumiar exitosamente el pseudodiscurso que no se dónde llegará. El monólogo va montado sobre el trillado lomo de la responsablidad. ¿Y a mi qué me importa? soy lo suficientemente responsable cómo para no dejarme morir, pero no para las trivialidades que debo escuchar y sufrir todos los días, cómo si madrugar y sentirme vivo no fuera suficiente tortura. Risas pendejas... ¡se ríen por ni mierda! ¡De esta porquería!

Menos mal que sé le está acabando el tiempo a este pobre tipo, hasta lo compadezco, patético, con un saco que estoy seguro, es prestado; y sus mangas, desproporcionadamente anchas. Ya me lo imagino siendo llevado y traído sin la menor resistencia por un par de enfermeros calvos, de uniforme blanco impecable, por los pasillos del campus...